LA MESA DE LAS ALMAS (CUENTO)

En un pequeño pueblo andino de Bolivia, al pie de los nevados Andes, vivía una niña llamada Aymara. Cada año, con la llegada de noviembre, la emoción se apoderaba de ella. Era el tiempo de Todos Santos, la festividad en la que las almas de los difuntos regresaban a visitar a sus seres queridos.

Aymara ayudaba a su abuela a preparar la mesa para recibir a las almas. Cubrían una mesa rústica con un mantel blanco y colocaban una variedad de ofrendas: t’antawawas (panes con forma de bebé), fruta fresca, dulces, coca, chicha y otros alimentos que los difuntos disfrutaban en vida. Encima de la mesa, colocaban una cruz adornada con flores y veladoras que iluminaban la noche.

Según la tradición, las almas llegaban al mediodía del 1 de noviembre y permanecían hasta el día siguiente. Aymara y su abuela creían que en esa noche mágica, sus seres queridos podían sentir su presencia y disfrutar de las ofrendas que les habían preparado.

Una noche, mientras Aymara y su abuela estaban sentadas junto a la mesa, observando las llamas de las velas, la niña sintió una presencia especial. Levantó la mirada y vio una pequeña luz que flotaba sobre la mesa. La luz se hizo más intensa y comenzó a tomar forma hasta convertirse en una mujer hermosa, con los ojos del color del cielo y una sonrisa cálida.

—Abuela, ¿quién es ella? —preguntó Aymara, con los ojos muy abiertos.

—Es tu bisabuela, Aymara —respondió la abuela con voz suave—. Ha venido a visitarnos.

La bisabuela se sentó a la mesa y comenzó a contar historias a Aymara sobre su infancia, sobre su pueblo y sobre los seres queridos que ya no estaban. Aymara escuchó atentamente, fascinada por las palabras de su antepasada.

Al amanecer, la bisabuela se despidió de Aymara con un beso en la frente y se desvaneció en la luz del día. Aymara se quedó mirando la mesa vacía, sintiendo una profunda tristeza por la partida de su bisabuela, pero también una gran alegría por haberla conocido.

Desde ese día, Aymara siempre creyó en la magia de Todos Santos. Sabía que en esa noche especial, las almas de sus seres queridos regresaban para compartir un momento con ellos y que, aunque no pudiera verlos, siempre los llevaría en su corazón.

@gquisbert

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