Hay marchas por aquí y por allá, de los A pidiendo esto, hasta los Z pidiendo aquello. Todos marchan cuanto quieren y cuando quieren. Se vuelven dueños de las calles y avenidas que, para colmo de males son tan pocas y tan estrechas.
Un día marchan los cobistas, otro día los panificadores, otro día los transportistas, otro día los importadores, otro día los de la facultad de Sociales de la UMSA (La facultad que más marcha y fastidia), otro día los importadores de autos que hasta ahora no han conseguido sus metas, otro día los trabajadores en salud, otro día los comerciantes. Aún falta todavía una larga lista de otrodiístas que ya me da flojera seguirlos nombrando.
Ah...me olvidaba de los más más, los estimados maestros, siempre predispuestos a marchar cuando sus dirigentes así lo decidan.
A este paso vamos a llegar a un tiempo donde hasta los choros van a marchar, pidiendo que se respeten su rerecho a robar.
Ya no, déjense de jorobar. Queremos pasar por el centro y sorprendernos positivamente de que ese día ho hay ninguna marcha. Queremos pasar por la Montes sin que el minibús no vote en la cervecería, queremos pasar por El Prado sin tener que esscuchar petardos y dinamitas.
Tan acostumbrados estamos que nos extrañamos y nos sorprendemos cuando no hay marchas. No en vano escuché a alguna autoridad de municipio que hablaba de crear El Marchódromo Paceño, para que puedan protestan a gusto, sin ser maldecidos ´por la población. Espero que no se tenga que llegar a esos extremos.
Al estilo de los marchistas digo yo:
- ¡Abajo las marchas!
- ¡Mueran los fanáticos y lunáticos de las marchas!
- ¡Un buh a los dirigentes que hacen marchar a sus masas!
Para terminar hay acabar diciendo al mejor estilo chucuta:
¡Hasta cuándo pues!
Yaaaa!!!!!
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